viernes, septiembre 16, 2011 |
Nasrudín conversaba con sus amigos en la casa de té y les contaba como había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quién casarse. Les decía:
-Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad.
Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?
-No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa.
-¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos.
-No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda allí por fin encontré a las mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
-¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos.
-Pues saben por qué, ella también buscaba a un hombre perfecto.
-Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad.
Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?
-No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa.
-¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos.
-No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda allí por fin encontré a las mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
-¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos.
-Pues saben por qué, ella también buscaba a un hombre perfecto.
Cuentos sufies
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Reflexiones
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