lunes, enero 14, 2013 |
Nuestra mente es una de las bendiciones que poseemos los seres humanos. Pero nuestro pensamiento puede convertirse en una tremenda carga. Luego de ser diagnosticada con cáncer pasé muchas noches en vela, pensando y pensando, en infinitos giros bajo las sábanas. Tantos pensamientos como estrellas titilaban en mi cabeza. Entre ellos abundaban las preguntas y una de las que se repetía incesantemente era que había hecho mal. Mis noches estaban llenas de reproches a mí misma. Era tan poco lo que tenía que haber hecho para mantenerme sana. ¿Cómo pude haberme descuidado? 

La enfermedad es una alarma que se activa para hacernos ver lo que estamos haciendo mal. Pero de nada nos sirve una alarma si nos quedamos mirándola absortos o si nos ponemos a llorar cuando suena. Tenemos que accionar. Actuar. La única manera de poder  superar la enfermedad es haciéndole caso, recibiéndola en tu casa, sentándose a tomar un café con ella, y realmente escuchando lo que tiene que decirte, y a partir de allí, hacer las correcciones. Aquí y ahora. ¿De qué nos sirve lamentarnos por el pasado? 

Nos exigimos ser perfectos, olvidando que somos humanos, y nos cuesta perdonar nuestras fallas. Pensamos que si nos desviamos de la perfección, no vamos a ser aceptados, no vamos a ser amados. No nos damos cuenta de que nuestra perfección como humanos es precisamente ser imperfectos. ¿No te ha pasado que lo que te atrae o enamora de alguien es precisamente su imperfección, lo que la diferencia de los demás? ¿Cuántas personas conocemos que son inteligentes, estudiadas, hermosas, moralmente impecables, pero que están completamente solas y no logran el amor en su vida? En cambio aquella persona que no es tan bella, tan exitosa, o tan sabia, pero que se acepta a sí misma, se ríe de sus defectos, y se perdona sus errores, nos atrae hacia ella. 

Permítete ser imperfecto ahora y te será más fácil perdonarte los errores pasados.. Pregúntate a ti mismo que tan malo fue lo que hiciste, por qué lo hiciste, si tiene consecuencias en el presente y si puedes hacer algo acerca de eso ahora, en este momento. Escríbelo en un papel. Una vez que lo veas escrito te darás cuenta de que se te hace más fácil el perdón. Luego quema el papel, toma las cenizas, ponlas en tu mano y déjalas ir, que se las lleve el viento. Listo. Ya pasó. Ahora a mirar adelante. El perdón es una herramienta maravillosa y multiplicadora, una vez que nos damos cuenta del enorme poder que tiene, se nos hace cada vez más sencillo perdonar, a ti y a los demás. 

El perdón es uno de los regalos más milagrosos que nos da el universo. Está en la esencia del ser humano, porque gracias al perdón podemos crecer a través del aprendizaje. El perdón nos libera de las creencias que nos impiden avanzar y nos permite acceder a un montón de energía que podemos redirigir a lograr nuestros objetivos. 

Por eso te invito a perdonar. Date permiso de perdonarte en primer lugar a ti mismo. Perdonarte a ti mismo es la manera de aprender a perdonar a los demás. Y perdonando a los demás y a nosotros mismos nos liberamos de un enorme peso y encontramos paz. Perdona a los que te han dañado, perdona a Dios por darte esta enfermedad, perdona a la vida por las circunstancias, perdona a la economía, perdona al presidente, perdona al motorizado que se te atraviesa... Cada vez que perdones a alguien te sentirás más y más aliviado y lleno de buenas energías. Esa es la energía que necesitas para sanar.

Así que dale, perdona y sigamos


Por Susana González Rico
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