viernes, enero 18, 2013 |
Te has creído muchas cosas de ti, de lo que eres, sobre tus capacidades y aptitudes, has creído tus virtudes y tus defectos y has inventado muchas justificaciones para no expandir y permitir brillar tu máximo potencial
Quiero que imagines que puedes ir al origen, a esa idea inicial que te define en esencia.

Muchos tienen programada una idea de lo que no son; no soy prefecto, estoy separado de Dios, hay algo mal en mi, hay un pecado en mi, tengo que esforzarme más para ser mejor, nadie me va a amar.

Y así, hay sembradas en las profundidades de nuestra mente inconsciente y de nuestro ser esa idea, esa creencia que adoptamos sin ni siquiera darnos cuenta y que rige nuestra existencia entera.

Esta idea original la has venido reafirmando en innumerables ocasiones a lo largo de tu vida y cuando has osado en cuestionarla, los demás o el mundo te la recuerdan, como si fuera algo que tienes tatuado de por vida.

Como es tan compleja la mente y nos lleva por caminos laberinticos no te voy a pedir que descubras cual es esa idea original, esa creencia implantada como un virus que se ha apoderado de nosotros para opacar nuestra luz y nuestro máximo potencial. Sería como pedirte que encontraras una aguja en un pajar, es casi imposible.

Te voy a pedir algo más simple, que implantes un nuevo programa que desplace a aquel que ya está contaminado y que además es mentira. Un nuevo programa, una idea que sea tan poderosa que logre penetrar hasta los confines de tu ser y remover cualquier vestigio de aquella mentira que te ha gobernado por tantos años. Esta idea es: “Yo soy el amor perfecto de Dios”

El viejo sistema tratará de sobrevivir usando todas sus artimañas para invalidar a tu nuevo implante por eso tienes que además de repetirlo, creerlo, sin lugar a dudas, invertir tu fe y energía en el.

Encontrar todos los días a todas horas, todas las pruebas de que esto es real, que eres el amor perfecto de Dios. Basta con que veas a tu alrededor para demostrarlo, date cuenta como todo lo que ocurre es un milagro que sucede a pesar de ti, no tienes que hacer nada para estar vivo o para que tu corazón lata, para que la gravedad sostenga todo en su lugar o para que tu entiendas lo que te digo con estas líneas. Todo ocurre ahora.

Agradécelo, bendícelo, alábalo, reconócelo con cada una de tus respiraciones y permite que resuenen en tu mente, en cada una de tus células, en todo tu ser.
Yo soy el amor perfecto de Dios.

Andrés Portillo
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