miércoles, octubre 22, 2014 |
Próxima parada: Avenida del Perdón
Durante muchos años, confié en el ego para liberarme del sufrimiento, para liberarme de mi sentir de pequeñez e incorrección. Me esforzaba por reparar las partes de mi persona que no eran adecuadas. Si me sentía insegura, me esforzaba por lograr seguridad, si sentía pereza, me concentraba en ser activa, si sentía miedo, me enfocaba en ser valiente, si sentía escasez me centraba en ser generosa…Creía que tenía que hacerme un lugar en este difícil, duro injusto mundo que otros habían construido para mí. A cada fracaso, a cada ideal no conseguido,surgía en mi la pesadumbre ¡había fallado ¡Si lo intentaba más intensamente podría ser adecuada y tener éxito! 

El camino era costoso y sufriente pero la recompensa merecía la pena. Por fin seria digna de ser amada, incluida,reconocida. Me había equivocado y mi mente confundida había tomado el bus-Separación, con paradas en la Avenida de la Culpa, Calle del Miedo, Plaza del Sufrimiento, Parque del Castigo. A veces parecía que el trayecto era correcto. Durante un breve espacio de tiempo me sentía bien, parecía que por fin algo marchaba, pero en el fondo, mi sentir me hablaba de desasosiego, tensión, presión. No me encontraba en paz. Ahora que había logrado mi lugar en el mundo, ahora que había logrado encajar, tenía que sostenerlo, no podía perderlo. Una angustiosa tensión me acompañaba en el camino. Si miraba alrededor parecía que no había otra manera de poder vivir ¡Todos hacíamos lo mismo¡. ¡Era la normal, era la vida¡ Mas tarde comprendí que ese “todos” era yo misma y que lo que llamaba normal no era más que demencia. Así camine durante largo tiempo: Sola, triste, incompleta a pesar de sostener una gran sonrisa externa y convencer al mundo y a mí misma que todo estaba bien. 

Un día sentí en el fondo de mi corazón que tenía que haber otra manera. Recuerdo ese día en el que decidí que mi función era ser Feliz y expresar Amor. Ese día decidí bajarme del bus-Separación y comenzó a cambiar mi credo. Emprendí el camino, vacilante y dudosa por esa nueva ruta desconocida para mí. Me sentía como en una cuerda floja. Si miraba hacia atrás, no quería retomar la espesura de la selva, si miraba hacia delante solo contaba con un claro pero todavía, leve susurro de mi corazón. Había tomado el bus-Perdón con paradas en la Avenida del Amor, la Plaza de la Compasión, la Calle de la Verdad, la Rotonda de la Aceptación. Sabia profundamente que no había marcha atrás. 

Hoy, aunque a veces me equivoco al hacer el trasbordo y me detengo en la parada del Miedo y la Culpa, me doy cuenta y amablemente, retorno a mi ruta. Hoy esa decisión de estar en Paz que apareció como un oasis en el desierto, la vivo mucho más firme, sin duda, sin dilación, pues ahora sé que ese oasis no solo no es una alucinación, sino que es el recuerdo de lo único Real. 

Hoy miro atrás y sonrío a tanta locura que sostenía desde la más pura inconsciencia 

Hoy miro atrás y celebro estar en el camino del perdón, en el camino del amor y sé que el cielo que habita en mi mente se viste de fiesta cada vez que recuerdo cual es mi Función en cada paso del camino. 

Gracias Ser por alumbrar cada noche oscura. 

Gracias Comprensión por tu siempre perfecto cuidado. Gracias Amor por revelarte ante mi real y poderoso

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