viernes, junio 04, 2010 |
Un alto ejecutivo de una empresa de la industria de la informática de los Estados Unidos se hallaba en un viaje de negocios en Tokio. A pesar de su cargo, era un hombre muy humilde y compartía todos sus éxitos con sus empleados. Al finalizar todas sus reuniones, se dirigió a un centro comercial para comprar chocolates y regalos para sus empleados en su país.
Al entrar en el centro comercial, una diminuta dama le regaló una cálida sonrisa y le dio la bienvenida; esto lo tocó mucho y se sintió bien, no pudiendo olvidar la calidez en su sonrisa. Él se fijaba en ella mientras compraba; ella daba la misma sonrisa a todos los clientes que entraban al centro comercial.
El ejecutivo comenzó a preguntarse si alguna vez se sentiría ella cansada de hacer lo mismo una y otra vez, así que se encaminó hacia ella y le preguntó:
- "Mi querida dama, ¿no está usted cansada de hacer este trabajo y cuánto tiempo ha estado haciéndolo?"
La dama sonrió y dijo:
- "No, señor, yo he estado trabajando aquí por los últimos 10 años y me gusta mi trabajo".
El ejecutivo quedó asombrado con la respuesta y peguntó de nuevo:
- "¿Cómo es que ha estado haciendo ésto por 10 años y por qué le gusta su trabajo?"
La dama sonrió de nuevo y dijo:
- "Señor, es porque así sirvo a mi país".
La respuesta le pareció un tanto divertida al ejecutivo y dijo:
- "¿Sirves a tu país sonriendo?"
La diminuta dama dijo:
- "Sí, señor, yo sonrío y todos los clientes que llegan al centro comercial se sienten felices y relajados. Compran más, mi jefe está feliz y me paga más. Y como me paga más, yo puedo atender mejor a mi familia. Y ya que yo puedo atender mejor a mi familia, ellos están felices. Cuando los clientes nos compran, la demanda por los productos aumenta, y al hacerlo, hay más fábricas. Y cuando hay más fábricas, hay más empleos. Y cuando hay más empleos, la gente en el país está feliz. Como la mayoría de nuestros clientes son extranjeros, hay entrada de divisas, y como hay entrada de divisas, nuestro país tiene mucho dinero y se vuelve más rico cada día. La gente como usted, que le agrada nuestro servicio, visita nuestro país más a menudo, le contará a su familia y amigos. Así, mi país consigue más visitantes, más dinero, más empleos y más gente feliz. Así es como sirvo a mi país".
Sorprendido con su actitud, el ejecutivo le dio las gracias y regresó a su país.
Trabajó duro para incorporar la misma actitud entre sus empleados y hoy, su compañía es una de las mejores compañías en el mundo.
Al entrar en el centro comercial, una diminuta dama le regaló una cálida sonrisa y le dio la bienvenida; esto lo tocó mucho y se sintió bien, no pudiendo olvidar la calidez en su sonrisa. Él se fijaba en ella mientras compraba; ella daba la misma sonrisa a todos los clientes que entraban al centro comercial.
El ejecutivo comenzó a preguntarse si alguna vez se sentiría ella cansada de hacer lo mismo una y otra vez, así que se encaminó hacia ella y le preguntó:
- "Mi querida dama, ¿no está usted cansada de hacer este trabajo y cuánto tiempo ha estado haciéndolo?"
La dama sonrió y dijo:
- "No, señor, yo he estado trabajando aquí por los últimos 10 años y me gusta mi trabajo".
El ejecutivo quedó asombrado con la respuesta y peguntó de nuevo:
- "¿Cómo es que ha estado haciendo ésto por 10 años y por qué le gusta su trabajo?"
La dama sonrió de nuevo y dijo:
- "Señor, es porque así sirvo a mi país".
La respuesta le pareció un tanto divertida al ejecutivo y dijo:
- "¿Sirves a tu país sonriendo?"
La diminuta dama dijo:
- "Sí, señor, yo sonrío y todos los clientes que llegan al centro comercial se sienten felices y relajados. Compran más, mi jefe está feliz y me paga más. Y como me paga más, yo puedo atender mejor a mi familia. Y ya que yo puedo atender mejor a mi familia, ellos están felices. Cuando los clientes nos compran, la demanda por los productos aumenta, y al hacerlo, hay más fábricas. Y cuando hay más fábricas, hay más empleos. Y cuando hay más empleos, la gente en el país está feliz. Como la mayoría de nuestros clientes son extranjeros, hay entrada de divisas, y como hay entrada de divisas, nuestro país tiene mucho dinero y se vuelve más rico cada día. La gente como usted, que le agrada nuestro servicio, visita nuestro país más a menudo, le contará a su familia y amigos. Así, mi país consigue más visitantes, más dinero, más empleos y más gente feliz. Así es como sirvo a mi país".
Sorprendido con su actitud, el ejecutivo le dio las gracias y regresó a su país.
Trabajó duro para incorporar la misma actitud entre sus empleados y hoy, su compañía es una de las mejores compañías en el mundo.
Kavitha Reddy
Enviado por Lic. Graciela E. Prepelitchi
Category:
Reflexiones
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