miércoles, junio 17, 2020 |

Acostumbrados desde hace años a vivir en una hiperrealidad que describió muy bien Baudrillard, viendo y viviendo el mundo como un espectáculo virtualmente real pero realmente virtual a través de imágenes de Tv, de la computadora (ordenador), de la tablet o del teléfono 'inteligente'; más preocupados por los virus que podrían dejar fuera de juego nuestras prótesis digitales que del cálido contacto humano.
De un tiempo a esta fecha, se ha ido desarrollando el rasgo común de la naturaleza humana, con un nombre bastante extraño: Schadenfreude, que en alemán se traduce como placer por el sufrimiento. Algo que ha encontrado un buen caldo de cultivo en Venezuela, ese goce de ver como otros sufren mientras ´yo´ sigo viviendo mi propia hiperrealidad. Grupos que han comenzado a encontrar en esa explotación de la necesidad ajena, su modus vivendi.
Desde hace semanas nos ha captado toda nuestra atención, un "bicho" que trae dolor y angustia porque trae muerte, pero en su cara oculta ha traído una inoculación que produce una incontrolable emanación de nuestra auténtica esencia interior. En muchos ha producido la mas cruenta especulación de todo tipo, el negocio de la gasolina está haciendo millonarios a unos cuantos. Sin embargo, en otros ha aflorado en forma de solidaridad, personas haciendo cosas buenas por y para muchas personas. Estos son los que a final del día duermen tranquilos y su rostro muestra siempre la mas sincera sonrisa.
Una vez instaurada la cuarentena con la consabida necesidad de encierro, se sumó en nuestro país la quizá real causa para que nadie salga de casa, la escasez de combustible. Un tiempo en que la gran preocupación era, cómo obtener alimentos? En mi sector esto obtuvo la mas agradable respuesta.
Unos seres con una energía maravillosa, dulce, serena, amable, comenzaron a venir hasta acá a traernos vegetales. Pedro había acondicionado (profesionalmente) su camioneta con gas, lo que hace que no amerite gasolina. Gaby, Gabriel y Manuel con esa cálida sonrisa, ese amor con que tratan a todos los que cada miércoles esperamos ansiosos su llegada. Los productos son todos de óptima calidad, frescos, super frescos, y los precios? para muestra de su calidad humana, estos suelen ser mas bajos que los que publica una gran cadena de automercados en su feria semanal.
Con estas personas he tenido una gran conexión desde el día en que nuestras miradas tuvieron el primer cruce, me gustó eso, miran directamente a los ojos que permite ver la luz de su alma. En el mundo hay muchas buenas personas haciendo cosas muy buenas por otras personas, pero de ellos nadie habla. Por eso quiero mostrar que existen seres que nos llenan de esperanza, hay buena esencia, de ellos poco se sabe, son silenciosos y de lo bueno poco nos gusta hablar.
Estas cuatro personas Gaby, Gabriel, Manuel y Pedro me enseñaron que es posible creer en el ser humano, en este mundo son los actos los que demuestran quien es cada quien, que solo puede sonreír con amor, quien lo siente en su alma. Me he topado con unos seres que los hace felices servir a los demás. La gran lección es muy evidente, lo bueno atrae, la esencia de los demás seres humanos funciona como un imán para atraer todo aquello que vibra en esa frecuencia.
Los miércoles son para mi, muy agradables. Bajo un frondoso árbol, con un telón de fondo de la majestuosidad de la Sierra con sus colosos, es donde tiene lugar el encuentro con mis nuevos amigos, con vecinos, con algunas amistades. Nuestra cita semanal es anhelada.
Mi mas sincero agradecimiento a Gaby, Gabriel, Manuel y Pedro por tan gratos momentos


Siry
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