lunes, diciembre 05, 2016 |

Equivocarse es humano, además de una oportunidad excepcional para crecer en humildad y darnos cuenta de que la vida es casi un ensayo continuo del que aprender. Ahora bien, también es de sabios el acompañar cada fallo, cada descuido y ofensa con un “perdóname”. Una virtud de unos “pocos” que “muchos” deberían poner en práctica. 

Ese mecanismo interno de autoevaluación mediante el cual darnos cuenta de que no hemos hecho lo correcto, está dominado muchas veces por un conocido inquilino llamado “ego”. De hecho, no hay peor carcoma que la de quien lejos de empatizar con la persona herida, se centra únicamente en la sutil pero feroz necesidad de proteger dicha dimensión. 

 Equivocarse es un defecto común, pedir perdón es una virtud que solo unos pocos practican. Por ello, considero noble a la persona que dispone de la madurez para decir “me equivoqué” y la valentía de pedirme perdón mirándome a los ojos. 

Si lo pensamos bien nos daremos cuenta de que usamos la palabra “perdón” casi a diario. Cuando tropezamos con alguien, cuando nos adelantamos en nuestras conversaciones y quitamos la palabra a un amigo. Sin embargo, son muy pocos quienes tras equivocarse en un ámbito más delicado y profundo de sus vidas, son capaces de dar el paso y desnudar su corazón con un “lo siento, no lo he hecho bien. Te pido perdón”. 

¿Por qué nos suele costar tanto? Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Equivocarse, un factor humano

Todos nosotros somos maravillosamente falibles. Lejos de valorar el equívoco como algo negativo es necesario valorar el error en toda su trascendencia y detalle para ser capaces de inferir un aprendizaje. Porque el error no es más que una invitación directa a mejorar. 

Ahora bien, también sabemos que hay errores y errores. Hay veces en que las equivocaciones, como dijo James Joyce una vez, no son más que portales hacia el descubrimiento. La propia ciencia está llena de esas increíbles “serendipias” donde famosos científicos dieron con un hallazgo novedoso después de un error de lo más oportuno.

Fuente: La mente es maravillosa
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