sábado, diciembre 21, 2019 |
Das todo y te piden más: el lastre de ser el mejor.
Das todo y te piden más: el lastre de ser el mejor. 
Por Edith Sánchez periodista 

Ser el mejor en algo no siempre es tan positivo como muchos piensan. Quien destaca en algo puede terminar siendo objeto de rechazo, de burla y hasta de abusos por parte de los demás. Todos conocemos los casos de chicos que son excelentes estudiantes en la escuela y, en lugar de ser admirados por ello, terminan siendo víctimas de abusos por parte de sus compañeros. 

En este sentido, todos hemos visto cómo alguien que obtiene un gran éxito no siempre es respaldado por quienes les rodean. A veces se convierten en un objeto de envidia, que se expresa como crítica o minimización de lo que hacen. Incluso a veces terminan siendo utilizados por los otros para sus propios intereses. 

“No te molestes en ser mejor que tus contemporáneos o tus predecesores, intenta ser mejor que tú mismo” –William Faulkner– 

Es muy amplio el abanico de grandes hombres y mujeres que han sido los mejores en su campo en algún momento, mientras que al mismo tiempo han tenido que debatirse entre la soledad y el rechazo de los otros. ¿Por qué ocurre esto? ¿Se puede trabajar para que sea diferente? 

Cuando ser el mejor implica obligaciones gratuitas 

Adriana trabajaba en uno de los centros educativos de un gran programa para niños en abandono. Su desempeño era excelente y por eso al final del primer año le dieron una noticia desconcertante: le darían a ella sola 30 niños más para que les atendiera. “Usted es la mejor, por eso confiamos en que puede hacerlo bien”. Pero no le pagarían más, ni le darían incentivos. Como premio, la habían castigado. 

Esto pasa también en los hogares. Si el hermano mayor es más hábil haciendo dibujos, es probable que sus padres le pidan que ayude a sus hermanos con los suyos. Lo mismo puede pasar con los idiomas, las matemáticas o la lengua. Si el menor es más responsable, pasará el resto de su vida asumiendo los deberes que demandan una mayor responsabilidad. 

Lo vemos frecuentemente en las madres. Ellas trabajan fuera del hogar, trabajan dentro del hogar, tienen todo listo cuando es necesario, y si un día fallan, comienzan a aparecer los reclamos. Se supone que ella siempre tiene que hacerlo todo, perfecto y a tiempo. Su dedicación y su empeño tienen como “recompensa” más exigencias. 

El rechazo por ser el mejor 

En el ámbito del estudio también hay unas curiosas formas de tratar al mejor. Se les dice que son “cerebritos” y esto es asumido como una deficiencia en lugar de como una virtud. Si el mejor de la clase no ayuda a todos sus compañeros, generará un profundo rechazo. Si les ayuda, se transformará en un idiota útil de los demás. Es como si lo mirásemos como lo mirásemos, ser el mejor no tuviera salida. 

En el campo laboral las cosas no son diferentes. El que sabe más, o el que puede más, siempre debe estar ahí, listo para prestarle su colaboración a los demás. De lo contrario, pasará por antipático y puede terminar siendo discriminado y aislado. 

Esto no solo ocurre con los más inteligentes o hábiles. También los más responsables terminan haciendo el trabajo que le corresponde a todo un grupo o equipo. Los más comprensivos acaban intentando apagar todos los conflictos o convirtiéndose en el paño de lágrimas de los demás. A los más valientes les toca, asumir las tareas que requieren de más valor, como si fueran inmunes. Y si alguno de ellos no lo hace, será acusado de egoísta. ‌ 

¿Hay salida? 

Sin duda, ser mejor en algo es también un lastre. Si bien el hecho de contar con habilidades, destrezas o conocimientos superiores al promedio del entorno entraña responsabilidades, también es cierto que muchos aprovechan esto para imprimirles cargas adicionales a los que saben más, o pueden más, o quieren más. 

De hecho, algunas de las personas que siempre tratan de hacer todo con excelencia, que no rehuyen el desafío de hacerlo, y de hacerlo lo mejor posible, terminan sintiéndose culpables si no responden a las exigencias de los demás. Aprenden a dar por cierta la fantasía de que deben cubrir las carencias y limitaciones de los demás. Así terminan sobrecargándose de responsabilidades y desarrollando un nivel de autoexigencia que puede ser muy destructivo. 

La salida está en aprender a poner límites. Todo don que nos es dado en la vida es para compartirlo, pero también cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de compensar de alguna manera los favores que nos hacen, o las ayudas que nos prodigan. Que el hecho de ser mejor en algo no traiga solo más obligaciones y responsabilidades; que esto también se vea compensado con gratitud y consideración. 


Blog lamentesmaravillosa
jueves, diciembre 19, 2019 |
La teoría de la Energía Loosh pretende darnos otra explicación al hecho de que no podemos progresar mental y espiritualmente en este mundo. 

 ¿Ya habías escuchado sobre ella? 

Explicar que existen entidades no humanas que carecen de alma, esto las hace ser mortales, mientras que los seres humanos somos seres de luz divinos, almados e inmortales, aunque estemos contenidos en un cuerpo humano que se deteriora hasta morir, nuestra alma sigue siendo infinita. 

Sabiendo esto, las entidades oscuras nos han mantenido en la ignorancia de nuestra divinidad y han convertido a la tierra en una granja prisión para extraen el alimento energético que necesitan para no morir el “loosh” o la “ordeña”, que necesitan de nuestra alma. 

¿QUE ES EL LOOSH ? 
Es la a energía que desprendemos de las emociones, de los pensamientos y de las acciones negativas que todos los seres humanos tenemos, de la que entidades oscuras se alimentan. 

Su alimento favorito es aquella energía emocional que se produce por el miedo, el terror y el pánico, irradiada por los humanos, por la fauna y la flora del planeta, que en circunstancias extremas de dolor o que impliquen severo maltrato, tortura, injusticias, humillaciones, traumas, estrés, abuso, causen sufrimiento en el cuerpo y en la psique. 

¿COMO EXTRAEN EL LOOSH? 
Propician situaciones difíciles en la vida cotidiana de los humanos, creando problemas físicos de todo tipo y todo aquello que nos haga producir miedo, desaliento, dolor, tristeza, sufrimiento, angustia, baja autoestima, decaimiento, depresión, etc. 

Obtienen su alimento abundantemente en forma externa cuando crean catástrofes (llamadas por ellos “naturales”) como: las erupciones volcánicas, los tornados, los ciclones, las inundaciones, los terremotos, los incendios, las guerras, los disturbios, las revoluciones, etc. 

En los seres humanos internamente nos crean situaciones peligrosas llamadas “accidentes” y problemas de: salud, financieros, trabajo, propician el deterioro de las relaciones en pareja, con los hijos, con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo y también pueden causar la muerte de personas, animales y plantas. 

¿PARA QUE EXTRAEN EL LOOSH? 
Porque lo necesitan para prolongar su existencia y los fortalece el “loosh” obtenido de circunstancias extremas de crueldad y brutalidad, éste produce una energía traumática en el cuerpo emocional, donde la sangre contienen un alto contenido molecular, de cortisol y de adrenalina orgánico/hormonal, que es el alimento favorito de las entidades interdimencionales. 

 Para que las entidades oscuras puedan obtener su alimento en abundancia necesitan esclavizar, dominar, engañar y destruir. 

Incluso los entes oscuros tuercen el “loosh” positivo que se da por el optimismo, el entretenimiento, la alegría y el obtenido por las religiones, la adoración de alguna imagen o dios, lo corrompe para convertirlo en una “realidad” negativa. 

¿DESDE CUANDO EXTRAEN EL LOOSH? 
Desde hace mucho tiempo, tal vez siglos incluso milenios, fue desarrollado y explotado como un ocultismo oscuro multidimensional, utilizado por las sociedades secretas e institucionalmente para la programación social, el control mental y ha elevado su apogeo con el uso de la actual tecnología, con la que puede controlar las reacciones humanas, manipular el comportamiento, el humor, los estados de ánimo, modificando lo que pensamos, implantar ideas que les permite generen emociones y sentimientos negativos para que bajemos de frecuencia y les demos su alimento en abundancia. Además les gusta propiciar experiencias traumáticas.
lunes, diciembre 16, 2019 |
Imperdible video que nos aclara sobre estas entidades

Para comprender un poco mas el tema
Qué es el Loost?
 Siry
viernes, diciembre 13, 2019 |
El Dr. Masaru Emoto se hizo famoso cuando demostró que la energía generada por los sentimientos podría interferir en el aspecto de las moléculas de agua. 

En una escala de frecuencias vibratorias, el ser humano puede captar entre 20Hz y 20.000Hz y las emociones e reacciones humanas vibran entre 20 y 700 Hz para arriba. En esa escala podemos verificar que el ser humano emite vibraciones que varían dependiendo de su estado de ánimo o estado espiritual. 

Y ellas son: 
 20Hz el estado de vergüenza 
 30Hz el de la culpa 
 50Hz el de la apatía 
 75Hz el de luto 
 100Hz el del miedo 
 125Hz el del deseo 
 150Hz el de la rabia 
 175Hz el del orgullo 
 200Hz el del coraje o valentía 
 250Hz el de la neutralidad 
 310Hz el de la voluntad 
 350Hz el de la aceptación 
 400Hz el de la razón 
 500Hz el del amor 
 600Hz el de la paz 
 700Hz para arriba, el de la iluminación o iluminación budista 

Todas esas frecuencias fueron obtenidas en laboratorio con voluntarios. 

Lo que se sabe es que una persona en la vibración de 500Hz, puede afectar positivamente a 7.500 que estén en nivel vibratorio de 200Hz. 

Una persona de 600Hz puede afectar a 10 millones de personas, de 700Hz para arriba (el estado de iluminación) puede afectar a 70 millones de personas en la frecuencia de de 200Hz. 

Una persona que recibe Reiki, si se duerme, es porque alcanzó por lo menos la vibración de 400 Hertz y aveces hasta 500Hz. Esa vibración, la persona que recibió Reiki luego la pierde en ocupaciones, preocupaciones y miedos normales de la vida. Algunos cuencos budistas pueden vibrar por encima de los 400Hz, el diapasón con que se afinan los instrumentos musicales puede vibrar a 440Hz. 

Es por eso que los grandes maestros iluminados no pueden afectar positivamente a aquellos que estén vibrando de 175Hz para abajo pues esa frecuencia es la vibración del orgullo. Los orgullosos piensan que lo saben todo y que no precisan de nadie ni de ningún cambio espiritual.

Los seres humanos somos algo mas que un saco de huesos. Somos energía, somos capaces de crear, tenemos un inmenso poder. Pero nos han convencido que somos POCA COSA, que no valemos para nada, que nuestra vida es para sufrir. Es preciso salir de la MATRIX pero eso amerita el esfuerzo de muchos. Esa liberación no se logrará mientras otros muchos sigan siendo obedientes instrumentos de los arcontes para mantenernos en su granja 
lunes, diciembre 09, 2019 |
Los duelos, por muy dolorosos y complicados que resulten, pueden ser oportunidades excepcionales para nuestro crecimiento personal y realización, siempre y cuando seamos capaces de afrontarlos y de integrar la correspondiente pérdida. La persona sana es aquella que no intenta escapar del dolor, sino que sabiendo que ocurrirá intenta saberlo manejar.

El duelo, señala Bermejo, quizá reclame nuestra verdad más grande y hermosa: el valor del amor. Y nuestra verdad más trágica: la soledad radical que nos caracteriza. La muerte de un ser querido nos confronta irremediablemente ante el misterio de la vida. Nos impone silencio; y el silencio vacío; y el vacío, reflexión inevitable.

El psiquiatra existencialista Yalom nos recuerda que el duelo es tan devastador y aterrador porque confronta a la persona con los cuatro conflictos básicos de la existencia: la muerte, la libertad, la soledad y la falta de significado.

Efectivamente, una de las circunstancias terribles, de las más terribles, es la de la muerte de un ser querido, que en algunas ocasiones se podrá tornar tan opresiva e insoportable, que la persona queda ahogada en la inmensa amargura de su pena.

Elaborar las pérdidas no ha de ser una resignación pasiva o una sumisión sino una actitud flexible y equilibrada, que le permita a la persona salvar sus propios valores y realizarse en la medida compatible a sus circunstancias, y sin descompensarse.

Efectivamente no es el olvido la clave para vivir sanamente el duelo, no. El olvido mediante la represión nunca es liberador, parece que nos aleja de lo que nos hace sufrir, pero no lo consigue del todo, porque el recuerdo permanece enterrado en nosotros y sigue influyendo en cada instante de nuestra vida. Las emociones reprimidas actúan generando tensión permanente, y como resultado de la tensión crónica puede surgir un síntoma físico, un doloroso e improductivo recordatorio de que estoy ignorando alguna emoción importante. En efecto, cuando no soy consciente de mis emociones, ni reconozco los procesos por los que estoy atravesando (alienación), es el síntoma o la enfermedad el único medio de expresión que le queda a nuestro organismo.

Pensar en el dolor sin negarlo, sin dulcificarlo, pero también sin reducirlo a una experiencia oscura y sin salida, esa es la clave.

El duelo se elabora sanamente según se va aprendiendo a recordar e integrar lo mejor de la relación con la persona fallecida, y se va pudiendo invertir la energía en nuevos afectos, y el ser querido queda habitando para siempre en algún lugar del corazón en el que domina más la alegría porque sucedió, que la pena porque terminó.

No podemos amar sin dolernos. El duelo es un indicador de amor. Si hemos amado intensamente, no se puede morir sin dejar a alguien dolido.

Para sufrir la pérdida se ha tenido que gozar del contacto, es la dialéctica de la vida. El dolor al igual que el amor, tiene sus tiempos, sus ritmos, sus periodos.

Siry
jueves, diciembre 05, 2019 |
Aceptar la realidad de la pérdida
La primera tarea del duelo es afrontar plenamente la realidad de que la persona está muerta, que se ha marchado y no volverá. Parte de la aceptación de la realidad es asumir que el reencuentro es imposible, al menos en esta vida tal y como la concebimos.

La realización de esta tarea es imprescindible para seguir adelante.

Lo opuesto de aceptar la realidad de la pérdida es no creer lo que nos está ocurriendo mediante algún tipo de negación.

Negar la realidad de la pérdida puede variar en el grado, desde una ligera distorsión a un engaño total.
Otra manera habitual de protegerse de la realidad es negar el significado de la pérdida. De esta manera, la pérdida se puede ver como menos significativa de lo que realmente es.

La negación proporciona un alivio transitorio de la dura realidad psicológica de una pérdida potencial. Pero la negación es un problema en si mismo, cuando, en sus formas extremas, impide una transformación que permita seguir adelante con la vida.}

Llegar a aceptar la realidad de la pérdida lleva tiempo porque implica no sólo una aceptación racional sino también emocional. La persona en duelo puede ser intelectualmente consciente de la pérdida mucho antes de que las emociones le permitan aceptar plenamente la información como verdadera.

La negación también adquiere la forma de no sentir el dolor, bloquear los sentimientos que están presentes. A veces se refuerza esta actitud evitando pensamientos dolorosos. Idealizar al difunto, evitar las cosas que le recuerdan a él o a ella y usar alcohol, drogas o psicofármacos son otras maneras en que la gente refuerza la negación.

Algunas personas hacen difícil la realización de la tarea I negando que la muerte sea irreversible. La tendencia, para la mayor parte de nosotros, señala Pauline Boss es mantener una relación, y no renunciar a ella. Una vez que hemos creado el vínculo, nos resistimos a dejarlo, por lo que cuando alguien a quién amamos desaparece, la negación se vuelve una respuesta comprensible.

A pesar de que la negación puede a veces ser saludable, cuando ayuda a que la familia mantenga el optimismo, puede resultar perjudicial cuando anula a las personas o las deja impotentes. Pueden las personas en proceso de negación negar que hayan perdido algo o que lo tengan amenazado, y se comportan como si nada hubiera cambiado. Por distintas razones, las personas que niegan que algo está mal no están preparadas para escuchar la verdad. Se defienden optando, de forma inconsciente, para mantener la situación: “las cosas están como han estado siempre, nada va a cambiar”.

La negación desadaptativa y perniciosa se puede trabajar pidiendo a la persona que nos cuente con todo detalle, todo lo sucedido el día de la muerte.

Así mismo suele dar buenos resultados insistir en pedir al deudo que repita frases que represente la realidad. Por ejemplo “mi hijo ha muerto”, “mi marido ya no está conmigo”.

Siempre, en todas las circunstancias y especialmente ante una negación es fundamental el buen contacto emocional.

Para favorecer la consecución de esta tarea es importante acercarse a todas las evidencias que nos lleven a constatar que nuestro ser querido ha muerto, como hablar de la pérdida, contar las circunstancias de la muerte de manera objetiva, visitar el cementerio o lugar donde se han depositado las cenizas.

Esta tarea es más complicada de realizar en muertes repentinas e inesperadas, o en la muerte de los niños y niñas.

Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida
No todo el mundo experimenta el dolor con la misma intensidad ni lo siente de la misma manera, pero es imposible perder a alguien a quien se ha estado profundamente vinculado sin experimentar cierto nivel de dolor.

La negación de esta segunda tarea, es no sentir, bloquear los sentimientos y negar el dolor que está presente. A veces se paraliza esta tarea evitando pensamientos dolorosos.

El objetivo de esta tarea es conseguir que la persona no arrastre el dolor de la pérdida a lo largo de su vida.

Es imprescindible para la superación del duelo, que la persona exprese tal como vive y siente sus emociones, sin censuras, por horribles que le parezcan los sentimientos, el deudo debe dejarles espacio y se deben expresar para liberarse de ellos.

Las emociones pueden estar acompañadas por sensaciones corporales. También pueden aparecer trastornos de la alimentación y alteraciones perceptivas como ilusiones o alucinaciones.

En conclusión, la expresión de las emociones, ante alguien que escucha, se convierte en una tarea necesaria para la elaboración del duelo.


Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente
En general el deudo no es consciente de todos los roles que desempeñaba la persona fallecida hasta algún tiempo después de su muerte.

El deudo tiene que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeñaba la persona fallecida.

En esta tarea aprendemos a vivir solos, solas, a tomar decisiones sin el otro, sin la otra; a desempeñar tareas que antes hacía con el difunto, la difunta, o que compartía con el o ella. A pesar del dolor, la vida sigue a su propio ritmo y en ocasiones con exigencias importantes. El duelo nos obliga a solucionar los problemas que surgen de la carencia del ser querido.

En este momento debemos reforzar el desprenderse del ser querido sin renunciar a su recuerdo, que nos facilite vivir sin la otra persona.

Detener la tarea III es no adaptarse a la pérdida.


Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo
Probablemente nunca se pierden los recuerdos de una relación significativa. Nunca podemos eliminar a aquellas personas que han estado cerca de nosotros, o de nosotras, de nuestra propia historia.

La disponibilidad del deudo para empezar nuevas relaciones depende no de olvidar al fallecido, sino de encontrarle un lugar apropiado en su vida psicológica, un lugar importante, pero que deja un espacio para los demás.

La vida está llena de nuevas posibilidades. Se puede de nuevo disfrutar, se puede pensar en ser feliz y establecer nuevas relaciones.

La cuarta tarea se entorpece manteniendo el apego del pasado en vez de continuar formando otros nuevos. Algunas personas encuentran la pérdida tan dolorosa que se hacen la promesa de no volver a querer nunca más.

Es un proceso con altibajos porque, en ocasiones, en fechas señaladas, en aniversarios, se dispara de nuevo el dolor, la impotencia, la tristeza que creíamos superada.

Para que esta cuarta tarea se pueda completar habrá que haber realizado con éxito las tres anteriores.

El final del duelo ocurrirá cuando encontremos motivos para vivir, y podamos volver a vincularnos con aquello que la vida nos ofrece, sin olvidar, ni dejar de amar a quien estuvimos unidos, unidas y nos dejó.

Resolver un duelo es sentirse mejor, y para ello, como señalan John W. James y Russel Friedman requerirá la atención del doliente, intención de cambiar, fuerza de voluntad y valor.

Consideraremos que un duelo está resuelto cuando la persona es capaz de pensar en el o la fallecida sin dolor, lo que significa que consigue disfrutar de los recuerdos, sin que estos traigan dolor, resentimiento o culpabilidad. Sin descartar que pueda sentirse triste de vez en cuando, pero las acepta y además consigue hablar de esas emociones con libertad.

Otro signo del duelo resuelto es cuando conseguimos estar inmersos en el ciclo de la existencia, abiertos al fluir de la vida en una apertura a los demás, conscientes de que ello conlleva vulnerabilidad, y hasta la disposición a ser heridos. Dicho de otra manera, cuando la persona recupera el interés por la vida, cuando se siente más esperanzada, cuando experimenta gratificación de nuevo y se adapta a nuevos roles. Cuando la persona puede volver a invertir sus emociones en la vida y en los vivos.


Siry
martes, diciembre 03, 2019 |
No todos los días son iguales. Algunos amanece con un radiante sol, otros en cambio, las nubes tapan la salida del sol. 

 Así sucede en nuestra vida, hay momentos en donde todo es claridad y alegría, en cambio en otros no sabemos que hacer y nos inundan las dudas. 

Se dice que hay que tener paciencia. Busco la respuesta acerca de si existe algún límite para seguir esperando o en que momento se debe tomar otro plan o vía. La vida es demasiado corta y a la vez hermosa para perderla esperando. 

La tolerancia, en que momento la tolerancia deja de ser virtud? 
Se debe tolerar absolutamente todo? 
Se puede o se debe ser tolerante cuando nos hace daño el soportar ciertas cosas. Poner límites seria intolerancia? 

Si ambos nos toleramos entonces nos estamos comprendiendo y a la vez respetando. He ahí el dilema, el respeto. Se exige pero no se da al otro. Cuantas heridas se evitarían respetando, comprendiendo y tolerando. Eso solo seria posible si nos pusiéramos en los zapatos del otro y trataremos de sentir el dolor ajeno. Dejando de lado el tan dañino "Yoismo". Un poco menos de YO y un poco mas de NOSOTROS. Entonces es cuando nos damos cuenta que el orgullo es lo que mas alimentamos. Nos gobierna un ciego e irracional orgullo. Encontramos miles de razones para tratar de disfrazar ese orgullo que crea barreras y abismos entre los seres humanos. 

A este mundo venimos solos a entrar en contacto con otros seres que al igual que nosotros son almas viviendo una experiencia humana. Si mantuviésemos la candidez y pureza de cuando éramos niños la historia sería otra. Nos contaminamos durante décadas para terminar llenos de cicatrices. Buscando una felicidad que siempre andaba a nuestro lado pero el orgullo "Yoista" solo encendía el circulo vicioso de nuestro inhumano actuar con los demás. 

Nuestro paso por la vida debe dejar huellas no cicatrices. 

Hacen falta días nublados para comprender que la vida es un regalo de amor y los seres humanos hemos olvidado lo mas importante, vivir en amor, en paz y armonía.
lunes, diciembre 02, 2019 |
Formas diferentes de duelo

La presencia o no de duelo patológico se va a caracterizar, fundamentalmente, por la intensidad y la duración de la reacción emocional. Por lo tanto, sí es posible señalar que hay un duelo “normal” y otro “patológico”, de acuerdo con la intensidad del mismo y su duración.

Parece que las personas que en su niñez más temprana no han sido estimuladas y ayudadas a ser personas individuales, con su identidad separada, posteriormente tienen dificultades para desprenderse, tienden a aferrarse, y por eso les resulta tan difícil elaborar el duelo.
Aquí vamos a describir algunas formas de duelo más comunes.

Duelo anticipatorio. Es un tipo de duelo en el que el deudo ya ha empezado la elaboración del dolor de la pérdida sin que esta haya ocurrido todavía. Es una forma de anticipar la pérdida que irremediablemente ocurrirá en un corto periodo de tiempo. Este tipo de duelo es relativamente frecuente cuando el ser querido se encuentra en una situación de terminalidad, aunque no haya fallecido. Es una forma de adaptación a lo que va a llegar.

Duelo crónico. El deudo se queda como pegado en el dolor, pudiéndolo arrastrar durante años, unido muchas veces a un fuerte sentimiento de desesperación. La persona es incapaz de rehacer su vida, se muestra absorbida por constantes recuerdos y toda su vida gira en torno a la persona fallecida, considerando como una ofensa hacia el difunto restablecer cierta normalidad.

Duelo congelado o retardado. Se le conoce también como duelo inhibido o pospuesto. Se presenta en personas que, en las fases iniciales del duelo no dan signos de afectación o dolor por el fallecimiento de su ser querido. Se instaura en el deudo una especie de prolongación del embotamiento afectivo, con la dificultad para la expresión de emociones. En el duelo congelado, a los deudos les cuesta reaccionar a la pérdida.

Duelo enmascarado. La persona experimenta síntomas (somatizaciones) y conducta que le causan dificultades y sufrimiento, pero no las relaciona con la pérdida del ser querido.
En este tipo de duelo, el deudo acude frecuentemente a los médicos aquejados de diferentes disfunciones orgánicas, pero calla el hecho de su pérdida reciente, ya que no lo relaciona con ello.

Duelo exagerado. También llamado eufórico. Este tipo de duelo puede adquirir tres formas diferentes.
•Caracterizado por una intensa reacción de duelo. En este caso habrá que estar atentos a las manifestaciones culturales para no confundirlo con ellas.
•Negando la realidad de la muerte y manteniendo, por lo tanto, la sensación de que la persona muerta continua viva.
•Reconociendo que la persona sí falleció, pero con la certeza exagerada de que esto ocurrió para beneficio del deudo.
Duelo ambiguo. La pérdida ambigua es la que más ansiedad provoca ya que permanece sin aclarar. Existen dos tipos de pérdida ambigua. En el primero, los deudos perciben a determinada persona como ausente físicamente pero presente psicológicamente, puesto que no es seguro si está viva o muerta, ya que no se ha localizado el cuerpo. Esta forma de duelo ambiguo aparece muy frecuentemente en catástrofes y desparecidos por distinta índole.

En el segundo tipo de pérdida ambigua, el deudo percibe a la persona como presente físicamente pero ausente psicológicamente. Muy común en personas con demencias muy avanzadas o que han sufrido daño cerebral y se encuentran en estado vegetativo persistente.

Duelo normal. Quizás deberíamos haber comenzado esta clasificación por este tipo de duelo, que es el más frecuente, y que se caracteriza por diferentes vivencias en todas las dimensiones de la persona y que ya hemos señalado en otro apartado, pero que bien podríamos resumir siguiendo las consideraciones de Kaplan sobre características del duelo normal:
•Aturdimiento y perplejidad ante la pérdida.
•Dolor y malestar.
•Sensación de debilidad.
•Pérdida de apetito, peso, sueño.
•Dificultad para concentrarse.
•Culpa, rabia.
•Momentos de negación.
•Ilusiones y alucinaciones con respecto al fallecido.
•Identificación con el fallecido.

Intervención en duelo
La pérdida de alguien significativo produce una amplia gama de reacciones que pueden y deben considerarse como normales y adaptatívas, tal y como hemos visto en apartados anteriores.

No debemos olvidar que la mayoría de las personas son capaces de afrontar y realizar adecuadamente el duelo sin ayuda. Las decisiones diagnósticas y de intervención han de ser prudentes para evitar la interferencia en un proceso humano normal.

Para poder considerar un duelo como posible patológico, deberíamos tener en cuenta los siguientes criterios:
•Falta de respuesta o respuesta débil durante las semanas que siguen a la pérdida. Prolongación del embotamiento afectivo.
•Tras las primeras semanas persisten emociones muy intensas de rabia, resentimiento, tristeza o culpa.
•El deudo no puede hablar durante la entrevista del fallecido sin experimentar un intenso dolor.
•La persona que ha sufrido la pérdida no quiere desprenderse de ninguna pertenencia material que pertenecía al difunto, o, por el contrario, se deshace precipitadamente de todos los objetos (evitación fóbica).
•Cuando algún acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reacción emocional.
•El deudo no hace la menor referencia a la pérdida, evitando cualquier circunstancia que pudiera recordarle.
•El doliente ha desarrollado síntomas físicos como los que experimentaba el fallecido antes de la muerte, incluso imita a éste en gestos, conductas, etc.
•El deudo realiza cambios radicales en su estilo de vida después de la muerte de su ser querido.
•Miedo desmesurado a la enfermedad y a la muerte, hipocondría, consultas frecuentes al médico.
•Impulsos destructivos y autodestructivos con abuso del tabaco, alcohol. En su grado extremo puede llevar a realizar intentos de suicidio.
•Si tras el primer año desde que falleció el ser querido, no hay ningún signo de recuperación.
•Cuando a los 2 ó 3 años de la pérdida no hay una clara evolución satisfactoria.
•Si la persona presenta una larga historia de depresión subclínica, marcada por la culpa persistente y baja autoestima.
La estrategia fundamental para el manejo del duelo es darse tiempo y permiso para abordar de forma consciente el proceso y restablecerse. Es cierto que el tiempo en si mismo no nos alivia pero necesitamos tiempo para realizar una serie de tareas que nos llevarán a la superación de la pérdida. Será lo que hagamos en ese tiempo lo que nos brindará una solución real. El paso de los días y años, como dice Santiago Rojas sin un proceso restaurador, sólo traslada el dolor de la superficie a la profundidad, pero la persona sigue atrapada en la amargura de su pena de lo que fue y ya no volverá a ser.

Con el tiempo debemos encaminarnos a aceptar la pérdida para reconocer que el ser querido ha muerto, debemos utilizar el tiempo para expresar de forma honesta y auténtica los sentimientos que acompañan la pérdida.

El tiempo, además debe emplearse para aprender a vivir sin esa persona. Ese tiempo estará bien invertido si se recupera el interés por la vida, se reconstruye el sentido de esta y se logra volver a gozar de la existencia.

Para recuperarse hay que permitirse bucear en una misma, en uno mismo y descubrir los sentimientos que habitan en nuestro interior, sin censurar, sin negar, pero tampoco recreándonos en ellos y enganchándonos, sino dejándolos ir.

Es cierto que habrá momentos difíciles y emociones intensas que amenacen con rompernos. Habrá que atravesar esos desiertos con la esperanza de un mañana mejor.

Siguiendo el esquema propuesto por Worden, después de sufrir una pérdida hay ciertas tareas que se deben realizar para restablecer el equilibrio y para completar el proceso de duelo. Puesto que el duelo es un proceso y no un estado, estas tareas requieren esfuerzo y podemos hablar de que la persona realiza “el trabajo de duelo”.


Siry
viernes, noviembre 29, 2019 |
Vivencias de la persona en duelo

En general en todos los duelos existirán muchas características comunes, puesto que parten de una información básica heredada y en íntima relación con nuestra supervivencia. Sin embargo, la experiencia, el aprendizaje, la personalidad, y otra serie de factores externos, como pueden ser otros vínculos, moldearan de forma individual la respuesta de duelo en cada individuo.

Las emociones son parte del legado genético de nuestra especie, que permanecen en nuestras células. Y aunque somos un todo interdependiente, podemos distinguir distintas dimensiones de nuestro ser que se verán afectadas de diferente manera ante la experiencia de duelo.

Todas estas manifestaciones que a continuación vamos a señalar de manera sucinta deben ser matizadas por el hecho de que la expresión de duelo no es universal, ni uniforme, ni homogénea, y posee diferentes matices, expresiones, ritos y comprensiones desde variables socioculturales.

En efecto, nunca hay que olvidar que las manifestaciones de duelo no son universales, generalizables, sino que vienen mediadas por la cultura en las que sucede.

De las manifestaciones externas del duelo, señala Tizón, no puede deducirse la intensidad del dolor privado.
Veamos las vivencias más comunes en nuestro medio:

Dimensión física. Se refiere a las molestias físicas que pueden aparecer a la persona en duelo. Sequedad de boca, dolor o sensación de “vacío” en el estómago, alteraciones del hábito intestinal, opresión en el pecho, opresión en la garganta, hipersensibilidad a los ruidos, disnea, palpitaciones, falta de energía, tensión muscular, inquietud, alteraciones del sueño, pérdida del apetito, pérdida de peso, mareos. Algunas investigaciones han demostrado que las situaciones de estrés están íntimamente relacionadas con la inmunodepresión y, por tanto, el organismo humano es más vulnerable a enfermar. Y obviamente la muerte de un ser querido es una de las experiencias más estresantes.

Dimensión emocional. Aquí señalamos los sentimientos que el deudo percibe en su interior. Los estados de ánimo pueden variar y manifestarse con distintas intensidades. Los más habituales son: sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad, desamparo e impotencia, añoranza y anhelo, cansancio existencial, desesperanza, abatimiento, alivio y liberación, sensación de abandono, amargura y sentimiento de venganza.

Voy a profundizar un poco más en alguno de estos sentimientos. Así, respecto a la tristeza, destacaremos que si antes de morir la relación con el ser querido se ha sanado y se ha podido expresar el afecto, el manejo de la tristeza será menos complejo. Si no se ha podido expresar, todavía estamos a tiempo de aliviar la pena mediante técnicas de visualización etc. Generalmente las penas compartidas en un grupo de personas en duelo con situaciones parecidas es un alivio. El remedio más eficaz para la tristeza es el consuelo, que fundamentalmente habrá que buscarlo en el interior de uno mismo, de una misma, sin menospreciar el que se recibe del exterior por otros seres queridos.

Si el origen de la tristeza está más bien en que no dio tiempo a despedirse o a manifestarle a la persona difunta todo lo que significaba para el deudo, se le puede sugerir a este que escriba una carta de despedida. Una carta sincera, escrita desde el corazón.

El sentimiento de culpa suele aparecer con cierta frecuencia. Si la causa de la culpa puede subsanarse en alguna medida mediante actos físicos o materiales, es buena idea estimular al deudo para que los realice.

Quizás algún tipo de ritual en el que solicitamos el perdón del ser querido pueda aliviar. Relacionado con esta estrategia, si la persona es creyente, pedir perdón mediante alguna oración, sabiendo que la persona difunta nos puede escuchar desde otra dimensión, puede dar buen resultado.

Nunca sobra en el trabajo de duelo, si aparece la culpabilidad, el intentar objetivizar los comportamientos, ya que en muchas ocasiones son más fruto de nuestras autoexigencias que de la realidad.

Cuando el sentimiento predominante es la rabia, deberemos entender que se trata de un mecanismo de compensación del dolor sentido. La mejor herramienta es canalizar y expresar la rabia. La actividad física con gran esfuerzo suele ser un buen remedio para calmar esa rabia que nos oprime, así como el romper papeles, o golpear un cojín o quizás el gritar en un lugar seguro.

Dimensión cognitiva. Se refiere a lo mental. Dificultad para concentrarse, confusión, embotamiento mental, falta de interés por las cosas, ideas repetitivas, generalmente relacionadas con el difunto, sensaciones de presencia, olvidos frecuentes.

Dimensión conductual. Se refiere a cambios que se perciben en la forma de comportarse con respecto al patrón previo. Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, conductas de búsqueda, llanto, aumento del consumo de tabaco, alcohol, psicofármacos u otras drogas.

Dimensión social. Resentimiento hacia los demás, aislamiento social.

Dimensión espiritual. Se replantean las propias creencias y la idea de trascendencia. Se formulan preguntas sobre el sentido de la muerte y de la vida.

Factores predictores de duelo de riesgo
Son circunstancias que harán más difícil la elaboración del duelo:
•Circunstancias alrededor de la muerte. Muerte repentina o inesperada. Pérdida ambigua. Muertes traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato, etc.). Pérdidas múltiples. Muerte de un niño, de un joven.
•Relación con la persona fallecida. Relación de ambivalencia. Relación simbiótica. Relación de gran dependencia.
•Personalidad, antecedentes y características del deudo. Pérdidas previas no resueltas, deudo niño o adolescente, antecedentes de depresión y otros trastornos psicológicos, falta de habilidades sociales, baja autoestima
•Contexto sociofamiliar. Ausencia de red social de apoyo, problemas económicos, hijos pequeños que cuidar.
Si bien es cierto que no todo proceso de duelo requiere de una intervención profesional y que la gran mayoría de las personas pueden adaptarse a la vida de nuevo a pesar de la pérdida, numerosos estudios han relacionado las muertes cercanas con alteraciones de la salud de quienes la sufren.

En un estudio reciente sobre la incidencia de duelos de riesgo en familiares de primer grado (cónyuge o conviviente, padres-madres, hijos-hijas) en una unidad de cuidados paliativos se constató que le 24% de los familiares estudiados era susceptible de un duelo de riesgo.

Creo muy interesante de cara al trabajo clínico con personas en duelo, tener en cuenta algunas de las conclusiones a las que llegan autores que han investigado sobre el duelo y que ponen en cuestionamiento la concepción clásica desde el ámbito clínico e investigador. En estos estudios nos recuerdan que:
•Un gran número de personas presenta reacciones de tristeza de muy diversa intensidad, y que las reacciones más profundas no deberían recibir el diagnóstico de “depresión”.
•Un número no desestimable de personas necesita más tiempo para recuperarse del que nuestra cultura define como normal. Por consiguiente el afrontamiento de la pérdida de un ser querido parece requerir un lapso temporal más variado y, en consecuencia, más flexible del que ha venido estipulándose.
•Algunas personas necesitan hablar y expresar sus sentimientos sobre la pérdida en mayor medida y durante más tiempo que otras. La regla social de que es inapropiado manifestar sentimientos negativos fuera del periodo acotado por la cultura, priva a estas personas de satisfacer su necesidad; si además, tratan de ocultar su malestar para no verse rechazadas o para no sentirse incomprendidas por las demás personas y no lo logran, pueden llegar a pensar que no son normales o incluso que están desarrollando una enfermedad mental.
•Un cierto número de personas nunca asume la pérdida con serenidad, aunque haya transcurrido mucho tiempo desde la muerte de su ser querido, y compatibiliza sus sentimientos sobre la pérdida con una vida normal. Esto se observa con más frecuencia en los casos de muerte repentina, accidental o violenta, en los cuales se suscitan con mayor facilidad sentimientos de injusticia, y es una reacción que no hay que asociar necesariamente a una patología.
•El afrontamiento de la pérdida de un ser querido presenta un carácter complejo que, en absoluto puede verse reducido a la consecución de un desligamiento afectivo y mental con respecto a la persona desaparecida. Es un hecho constatado que muchas personas, aunque no nieguen la muerte de la persona fallecida, continúan hablando con ella durante mucho tiempo, incluso en ocasiones a lo largo de toda la vida, sin que ello indique necesariamente la existencia de una patología psíquica ni la detención de la recuperación. Por el contrario, en la mayoría de estos casos, tales manifestaciones de su vínculo con esa persona parecen reconfortarlas y alentarlas a seguir viviendo.


Siry
lunes, noviembre 25, 2019 |
lunes, noviembre 25, 2019 |
Algunos modelos para comprender el duelo

Han sido muchos los pensadores que han intentado explicar el fenómeno del duelo.

Ya los trabajos de Freud en su obra “Duelo y melancolía “(1917) define los objetivos de la elaboración del duelo en: 1. La retirada de la libido invertida en el objeto. 2. Su sana reinversión en otro objeto.

En definitiva Freud creó un modelo de duelo muy directamente inspirado por la depresión, la melancolía, y en el cual las relaciones con los demás, con los “objetos”, son el elemento fundamental de la pérdida que se experimenta con el duelo, es decir, cuando se pierde afectivamente algo o a alguien significativo, se pierde una parte del yo, del mundo interno, de la estructura personal.

Dentro de los modelos psicoanalíticos, Melaine Klein insistió en que cada duelo reaviva la ambivalencia residual, nunca completamente elaborada, con respecto a nuestro objeto primigenio. El duelo, para Melaine Klein, supone alteraciones más profundas de nuestra relación con nuestros recuerdos, con nuestras representaciones mentales conscientes e inconscientes que nos vinculan con la madre, el padre, la familia originales.

Otro modelo es el de la teoría del vínculo de Bowlby. Esta teoría describe el desarrollo psicoemocional sano en el ser humano. La persona desarrolla de forma instintiva vínculos (apegos). El mantenimiento de un vínculo se experimenta como fuente de seguridad y dicha.

La meta de la conducta de apego es mantener un vínculo afectivo. Cuando tales vínculos se ven amenazados o rotos, se suscitan intensas reacciones emocionales.

Parkes ha sido otro estudioso del tema con su teoría de constructos personales, sugiriendo que la experiencia de duelo da lugar a grandes cambios en el espacio vital del individuo. La persona establece vínculos afectivos con los elementos de su espacio vital y los vivencia como propios. En el duelo, el individuo debe renunciar a los constructos acerca del mundo que incluía al fallecido y a él mismo en relación al fallecido, y por lo tanto, ha de desarrollar un nuevo esquema de constructor acerca del mundo acorde a sus nuevas circunstancias vitales.

Tradicionalmente se ha entendido el duelo como un proceso que sigue unas fases, que van desde el inicio a la resolución del mismo.

Diversos autores (Bolwy, Parkes, Engel; Sanders) han definido distintas fases o etapas que con algunos matices se pueden apreciar elementos comunes. Estas fases son un proceso y no secuencias o etapas fijas, de tal manera que no reproduce un corte claro entre una y otra fase, y existen fluctuaciones entre ellas.

A continuación vamos a describirlas brevemente:
1.Fase de aturdimiento o etapa de shock. Es como un sentimiento de incredulidad; hay un gran desconcierto. La persona puede funcionar como si nada hubiera sucedido. Otros, en cambio, se paralizan y permanecen inmóviles e inaccesibles. En esta fase se experimenta sobre todo pena y dolor. El shock es un mecanismo protector, da a las personas tiempo y oportunidad de abordar la información recibida, es una especie de evitación de la realidad.
2.Fase de anhelo y búsqueda. Marcada por la urgencia de encontrar, recobrar y reunirse con la persona difunta, en la medida en que se va tomando conciencia de la pérdida, se va produciendo la asimilación de la nueva situación. La persona puede aparecer inquieta e irritable. Esa agresividad a veces se puede volver hacia uno mismo en forma de autorreproches, pérdida de la seguridad y autoestima.
3.Fase de desorganización y desesperación. En este periodo que atraviesa el deudo son marcados los sentimientos depresivos y la falta de ilusión por la vida. El deudo va tomando conciencia de que el ser querido no volverá. Se experimenta una tristeza profunda, que puede ir acompañada de accesos de llanto incontrolado. La persona se siente vacía y con una gran soledad. Se experimenta apatía, tristeza y desinterés.
4.Fase de reorganización. Se van adaptando nuevos patrones de vida sin el fallecido, y se van poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona. El deudo comienza a establecer nuevos vínculos.
El conocer las manifestaciones y las fases del duelo tienen una utilidad práctica, si entendemos que las fases son un esquema orientativo y no rígido, que nos puede guiar a la hora de saber en qué situación se encuentra la persona en su proceso de duelo.

El psiquismo, por su propia dinámica interna se cura a si mismo, como un rasguño en nuestra piel, pero esto ocurre sólo si nos enfrentamos al dolor en vez de negarlo.

Siry
domingo, noviembre 24, 2019 |
Los ancestros de las diferentes culturas del Planeta sabían que el cuerpo físico no solo siente, sino que también piensa. Por ejemplo, en las tribus australianas, cuando una persona se hiere o enferma, el clan se reúne a su alrededor junto con el enfermo y le canta pidiéndole perdón a la herida o parte afectada, y ésta entra automáticamente en remisión, lográndose así... curaciones milagrosas. 

 En el conocimiento ancestral Inka, todo es reciprocidad. Uno enferma cuando se llena de energía pesada o “hucha”, por tener actitudes egoístas y no dejar fluir el “sami” o energía ligera. Por ello en las curaciones se pide a la parte del cuerpo que se armonice con la Pachamama (Madre Tierra) y permita que el bloqueo se equilibre concluyendo en la sanación del individuo. 

Lo mismo ocurre en las asombrosas curaciones de los Kahunas o médicos magos hawaianos, estos entran en oración directa con la parte afectada pidiéndole perdón, en un acto de oración donde se involucran ellos, el paciente y todas las vidas durante las cuales ellos se han encontrado e involucrado con esa persona, dándose curaciones que son consideradas milagrosas. 

En el caso de los Lakotas en el norte, al cuerpo se le habla para informarle que una medicina va a curarlo, y a la medicina también. Y lógicamente las personas sanan. 

Como vemos, tomando algunos casos de medicina ancestral, llegamos a una interesante conclusión: Los ancestros aceptaban a las partes de nuestro cuerpo como un ser completamente inteligente y autónomo del cerebro, eso durante los últimos siglos se tomó como franca superchería o supertición, pero veamos ahora los descubrimientos más recientes de la ciencia al respecto. 

La sabiduría del cuerpo es un buen punto de acceso a las dimensiones ocultas de la vida: es totalmente invisible, pero innegable. Los investigadores médicos empezaron a aceptar este hecho a mediados de los años ochenta. 

Anteriormente se consideraba que la capacidad de la inteligencia era exclusiva del cerebro, pero entonces se descubrieron indicios de inteligencia en el sistema inmune y luego en el sistema digestivo. 

LA INTELIGENCIA DEL SISTEMA INMUNE 
La Dra. Bert descubrió (y luego lo confirmaron otros científicos), que existen tipos receptores inteligentes no sólo en las células cerebrales, sino en las células de todas las partes del cuerpo (les llamaron en un principio neuropéptidos). Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo, las que protegen contra el cáncer, las infecciones, etc., encontraron receptores del mismo tipo que en el cerebro. En otras palabras, tus células inmunológicas, las que te protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento tuyo, cada emoción, cada concepto que emites, cada deseo que tienes. 

Cada pequeña célula T y B del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa. Esto, lo hace todo muy interesante, porque ahora podemos decir que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas, como lo es la célula cerebral que puede hacerlo en inglés o en castellano; pero sí piensa, siente, se emociona y desea, se alegra, se entristece, etc. 

Y ello es la causa de enfermedades, de stress, cáncer, etc. cuando uno se deprime entran en huelga y dejan pasar los virus que se instalan en tu cuerpo. 

LA INTELIGENCIA DEL SISTEMA DIGESTIVO 
Hace diez años parecía absurdo hablar de inteligencia en los intestinos. Se sabía que el revestimiento del tracto digestivo posee miles de terminaciones nerviosas, pero se les consideraba simples extensiones del sistema nervioso, un medio para mantener la insulsa tarea de extraer sustancias nutritivas del alimento. Hoy sabemos que, después de todo, los intestinos no son tan insulsos. Estas células nerviosas que se extienden por el tracto digestivo forman un fino sistema que reacciona a sucesos externos: un comentario perturbador en el trabajo, un peligro inminente, la muerte de un familiar. 

Las reacciones del estómago son tan confiables como los pensamientos del cerebro, e igualmente complicadas. 

LA INTELIGENCIA DEL HÍGADO 
Las células del colon, hígado y estómago también piensan, sólo que no con el lenguaje verbal del cerebro. Lo que llamamos “reacción visceral” es apenas un indicio de la compleja inteligencia de estos miles de millones de células. En una revolución médica radical, los científicos han accedido a una dimensión oculta que nadie sospechaba: las células nos han superado en inteligencia durante millones de años. 

LA INTELIGENCIA DEL CORAZÓN 
Muchos creen que la conciencia se origina únicamente en el cerebro. Recientes investigaciones científicas sugieren de hecho que la conciencia emerge del cerebro y del cuerpo actuando juntos (esto es conocido como Unidad Mente-Cerebro). Una creciente evidencia sugiere que el corazón juega un papel particularmente significante en este proceso. Mucho más que una simple bomba, como alguna vez se creyó, el corazón es reconocido actualmente por los científicos como un sistema altamente complejo, con su propio y funcional “cerebro”. 

O sea, el corazón tiene un cerebro o una inteligencia. Según nuevas investigaciones en el campo de la Neurocardiología, el corazón es un órgano sensorial y un sofisticado centro para recibir y procesar información. El sistema nervioso dentro del corazón (o el “cerebro del corazón”) lo habilita para aprender, recordar, y para realizar decisiones funcionales independientemente de la corteza cerebral. Aparte de la extensa red de comunicación nerviosa que conecta al corazón con el cerebro y con el resto del cuerpo, el corazón transmite información al cerebro y al cuerpo interactuando a través de un campo eléctrico. 

El corazón genera el más poderoso y más extenso campo eléctrico del cuerpo. 

Comparado con el producido por el cerebro, el componente eléctrico del campo del corazón es algo así como 60 veces más grande en amplitud, y penetra a cada célula del cuerpo. El componente magnético es aproximadamente 5000 veces más fuerte que el campo magnético del cerebro y puede ser detectado a varios metros de distancia del cuerpo con magnetómetros sensibles. 

RECOMENDACIONES: 
Las investigaciones del Instituto Heart Math sugieren que respirando con Actitud, es una herramienta que le ayuda a sincronizar su corazón, mente y cuerpo para darle una coherencia psicofisiológica más poderosa. Al usar esta técnica regularmente unas cinco veces al día el individuo desarrollará la habilidad para realizar un cambio de actitud durable. 

Con Respirando con Actitud, la persona se enfoca en su corazón y en el plexo solar mientras respira con una actitud positiva. El corazón automáticamente armonizará la energía entre el corazón, mente y cuerpo, incrementando la conciencia y la claridad. 

LA TÉCNICA DE RESPIRAR CON ACTITUD... 
1. Enfóquese en su corazón mientras inhala. Mientras exhala enfóquese en el plexo solar. El plexo solar se encuentra unos 20 centímetros debajo del corazón, justo debajo del esternón donde los lados derecho e izquierdo de la caja torácica se juntan. 
2. Practique inhalar a través del corazón y exhalar a través de la caja torácica durante 30 segundos o más para ayudar a anclar su atención y su energía ahí. Después escoja alguna actitud o pensamiento positivo para inhalar o exhalar durante esos 30 segundos o más. Por ejemplo, usted puede inhalar una actitud de aprecio y exhalar una de atención. 
3. Seleccione actitudes para respirar, que le ayuden a compensar las emociones negativas y de desequilibrio de las situaciones por las que usted esta atravesando. Respire profundamente con la intención de dirigirse hacia el sentimiento de esa actitud. Por ejemplo, usted puede inhalar una actitud de balance y exhalar una actitud de misericordia, o puede inhalar una actitud de amor y exhalar una actitud de compasión.  

Practique diferentes combinaciones de actitudes que usted quiera desarrollar. 

Puede decir en voz alta Respiro Sinceridad, Respiro Coraje, Respiro Tranquilidad, Respiro Gratitud o cualquier actitud o sentimiento que usted quiera o necesite. Incluso si usted no siente el cambio de actitud al principio, haciendo un esfuerzo genuino para cambiar, al menos le ayudará a alcanzar un estado neutral. En el cual, usted tendrá más objetividad y ahorrará energía. 
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